Fisioterapia Traumatológica

un fisioterapeuta realizando un tratamiento en el brazo

Las actividades cotidianas hacen que adoptemos diferentes posturas a lo largo del día y hagamos ciertos esfuerzos que muchas veces podemos estar haciendo de manera incorrecta. Esto implica cierto riesgo de sufrir lesiones.

 

La fisioterapia traumatológica es la rama de la fisioterapia que se centra en la evaluación, diagnóstico y tratamiento de lesiones musculo-esqueléticas. Éstas se producen en articulaciones, músculos, huesos, tejidos blandos y/o de los nervios, y son las que se producen con mayor frecuencia.

 

La fisioterapia traumatológica se centra en este tipo de recuperación o en el postoperatorio del paciente después de una cirugía traumatológica.

 

Este tipo de fisioterapia ha de enfocarse con una perspectiva de rehabilitación global y personalizada en función de las necesidades y patologías de cada paciente.

 

El tratamiento va encaminado a aliviar el dolor, reducir la inflamación, recuperar la movilidad y recuperar la funcionalidad tras la lesión.

 

 

Algunas de las afecciones más comunes que tratamos en la clínica de fisioterapia MasQueFisio de Móstoles son: 

 

Cervicalgia es un término médico que se utiliza para describir el dolor en la región cervical, que es la parte superior de la columna vertebral, comúnmente conocida como el cuello. La cervicalgia puede ser causada por una variedad de factores, incluyendo tensión muscular, malas posturas, lesiones traumáticas o degeneración de las estructuras cervicales. Los síntomas típicos de la cervicalgia incluyen dolor y rigidez en el cuello, y en algunos casos, el dolor puede irradiar hacia los hombros o la parte superior de la espalda.

 

Tortícolis es una condición específica dentro de la cervicalgia en la que los músculos del cuello se contraen involuntariamente y provocan una inclinación lateral o una rotación anormal del cuello. Esto resulta en una limitación del movimiento del cuello y una postura incómoda. La tortícolis puede ser causada por espasmos musculares, una posición prolongada del cuello en una mala postura, estrés o incluso una lesión.

 

El tratamiento de la cervicalgia y la tortícolis generalmente involucra fisioterapia, que puede incluir terapia manual para relajar los músculos tensos, ejercicios terapéuticos para mejorar la fuerza y la flexibilidad del cuello, y técnicas de calor o frío para aliviar el dolor y la inflamación. También se pueden recomendar cambios en la postura y la ergonomía, así como medidas de autocuidado, como estiramientos y ejercicios de relajación muscular.

 

En casos más graves o crónicos, se pueden utilizar otros tratamientos, como medicamentos para el dolor o relajantes musculares, bajo la supervisión de un profesional de la salud. El tratamiento específico dependerá de la causa y la gravedad de los síntomas, y es importante buscar orientación médica para un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado.

Lumbago: El lumbago, también conocido como dolor lumbar, se refiere a un dolor en la parte baja de la espalda, en la región lumbar. Puede ser agudo o crónico y generalmente está relacionado con la tensión muscular, la sobrecarga, la mala postura o el envejecimiento. Los síntomas típicos incluyen dolor y rigidez en la parte baja de la espalda.

 

Lumbociática: La lumbociática, a veces llamada lumbociatalgia, es una afección que combina el dolor lumbar con dolor irradiado a lo largo del nervio ciático. El nervio ciático es el más largo del cuerpo y se extiende desde la parte inferior de la espalda hasta la pierna. Los síntomas incluyen dolor lumbar y dolor que se irradia hacia una o ambas piernas, a menudo acompañado de hormigueo, entumecimiento o debilidad. Esta afección suele estar relacionada con la compresión o irritación del nervio ciático.

 

Ciática: La ciática es similar a la lumbociática, pero se refiere específicamente a la irritación o compresión del nervio ciático. Puede ser causada por una hernia de disco, estenosis espinal, espondilolistesis u otras condiciones que afectan la columna vertebral. Los síntomas típicos incluyen dolor agudo que se irradia desde la parte baja de la espalda hasta la pierna, a lo largo del recorrido del nervio ciático. También puede provocar hormigueo, entumecimiento y debilidad en la pierna afectada.

 

El tratamiento de estas afecciones suele involucrar fisioterapia para aliviar el dolor, mejorar la función y prevenir recurrencias. Esto puede incluir terapia manual, ejercicios específicos para fortalecer los músculos de la espalda y mejorar la flexibilidad, así como medidas de manejo del dolor, como el uso de calor o frío. En algunos casos, pueden ser necesarios medicamentos para el dolor o la inflamación, o incluso cirugía en situaciones graves. El tratamiento dependerá de la causa subyacente y la gravedad de los síntomas, y es importante buscar orientación médica para un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento individualizado.

Cefaleas Tensionales: Las cefaleas tensionales, a menudo llamadas simplemente «dolores de cabeza tensionales,» son un tipo común de dolor de cabeza caracterizado por una sensación de presión o tensión en ambos lados de la cabeza, como si una banda apretara la cabeza. Son una de las formas más comunes de dolor de cabeza y pueden variar en intensidad, desde leves y molestos hasta más severos.

 

Las cefaleas tensionales pueden ser causadas o desencadenadas por una variedad de factores, incluyendo el estrés, la tensión muscular en el cuello y los hombros, la falta de sueño, la mala postura y la ansiedad. Los síntomas típicos incluyen dolor que se siente como una banda apretada alrededor de la cabeza, sensación de presión en la frente o la parte posterior de la cabeza, y sensibilidad en los músculos del cuello y los hombros.

 

El tratamiento de las cefaleas tensionales a menudo implica medidas de autocuidado, como descanso, relajación, aplicar calor o frío en la zona afectada y mantener una buena postura. La fisioterapia también puede ser beneficiosa, ya que los fisioterapeutas pueden ayudar a aliviar la tensión muscular en el cuello y los hombros a través de técnicas de masaje, estiramientos y ejercicios terapéuticos. En algunos casos, los medicamentos para el dolor o la relajación muscular pueden ser recomendados por un profesional de la salud.

 

La prevención de las cefaleas tensionales a menudo implica la gestión del estrés, mantener una postura adecuada, asegurar un sueño de calidad y la incorporación de ejercicio regular en la rutina diaria. Es importante consultar a un médico si experimentas cefaleas recurrentes o intensas, ya que pueden ser un síntoma de otros problemas médicos que necesitan evaluación y tratamiento adecuados.

Tendinitis: La tendinitis es una afección en la que un tendón, que es una banda de tejido fibroso que conecta un músculo con un hueso, se inflama o irrita. Esta inflamación suele ser causada por el uso excesivo o repetitivo del tendón, lesiones agudas o crónicas, mala técnica de ejercicio o posturas incorrectas. La tendinitis puede afectar a cualquier tendón del cuerpo, pero es más común en áreas como el hombro, el codo, la muñeca, la rodilla y el tobillo.

 

Los síntomas típicos de la tendinitis incluyen dolor en el área afectada, sensibilidad al tacto, hinchazón localizada y, en algunos casos, debilidad muscular. El dolor tiende a empeorar con la actividad que involucra el tendón inflamado y puede limitar la movilidad.

 

El tratamiento de la tendinitis generalmente involucra medidas de autocuidado, que pueden incluir reposo, aplicar hielo en el área afectada, compresión y elevación (método conocido como RICE), así como la reducción de la actividad que agrava los síntomas. Los fisioterapeutas desempeñan un papel importante en el tratamiento de la tendinitis, ya que pueden utilizar técnicas como el estiramiento, el fortalecimiento muscular específico, la terapia manual y la aplicación de modalidades físicas como la electroterapia para aliviar el dolor y promover la curación.

 

En algunos casos, los medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) o la fisioterapia más avanzada pueden ser recomendados. La duración del tratamiento depende de la gravedad de la tendinitis y de cuánto tiempo ha estado presente. La prevención de futuros episodios de tendinitis implica el uso de técnicas de ejercicio adecuadas, la atención a la ergonomía y la modificación de actividades que puedan sobrecargar los tendones.

Luxación: Una luxación es una lesión en la que un hueso se desplaza de su posición normal en una articulación, causando la separación completa de las superficies articulares. Esto resulta en una pérdida de la alineación normal de la articulación, y puede ser extremadamente doloroso. Las luxaciones son generalmente el resultado de traumas o lesiones graves, como caídas, golpes o impactos.

 

Los síntomas de una luxación incluyen dolor intenso, deformidad visible en la articulación, hinchazón, pérdida de la función normal de la articulación y a menudo, la incapacidad para mover la articulación afectada. Las articulaciones más comúnmente afectadas por las luxaciones incluyen el hombro, el codo, la cadera, la rodilla y los dedos.

 

El tratamiento de una luxación generalmente implica la reducción de la articulación, que es el proceso de volver a colocar el hueso desplazado en su posición correcta. Esto debe ser realizado por un profesional de la salud capacitado, como un médico o un fisioterapeuta, para evitar daños adicionales. Después de la reducción, se suele inmovilizar la articulación con una férula o un vendaje para permitir la curación. La rehabilitación posterior puede incluir fisioterapia para restaurar la fuerza, la movilidad y la función normal de la articulación.

 

Las luxaciones pueden ser lesiones graves y, en algunos casos, pueden estar asociadas con daños a los tejidos circundantes, como ligamentos, tendones o vasos sanguíneos. Por lo tanto, es importante buscar atención médica inmediata si se sospecha una luxación. El tratamiento oportuno es crucial para prevenir complicaciones a largo plazo y promover una recuperación adecuada.

Traumatismos: Los traumatismos son lesiones físicas causadas por fuerzas externas que afectan el cuerpo. Pueden resultar de una variedad de situaciones, como accidentes automovilísticos, caídas, lesiones deportivas, accidentes laborales, golpes, heridas de arma blanca o de fuego, entre otros. Los traumatismos pueden variar en gravedad desde leves hasta potencialmente mortales.

 

Las lesiones traumáticas pueden afectar diferentes partes del cuerpo y pueden incluir heridas abiertas (cortes, laceraciones), contusiones (hematomas), fracturas óseas, dislocaciones de articulaciones, lesiones en tejidos blandos, lesiones en órganos internos, quemaduras y lesiones en la cabeza o la médula espinal.

 

El tratamiento de los traumatismos depende de la naturaleza y la gravedad de la lesión. Puede requerir atención médica inmediata, cirugía, inmovilización de fracturas, tratamiento de heridas, fisioterapia y otros enfoques de rehabilitación. En casos graves, como traumatismos craneoencefálicos o lesiones de la médula espinal, el tratamiento y la rehabilitación pueden ser un proceso largo y complejo.

 

La prevención es una parte importante en la gestión de los traumatismos. Se pueden tomar medidas para reducir el riesgo de lesiones, como el uso de cinturones de seguridad en automóviles, el uso de equipo de protección en deportes y en el trabajo, la adhesión a las normas de seguridad en el hogar y en la comunidad, y la promoción de prácticas de conducción segura.

 

En general, los traumatismos pueden tener efectos significativos en la salud y la calidad de vida de una persona, y es importante buscar atención médica adecuada y seguir un plan de tratamiento recomendado para una recuperación óptima.

Esguince: Un esguince es una lesión en la que los ligamentos, que son bandas de tejido fibroso que conectan los huesos en una articulación, se estiran o se desgarran debido a una fuerza excesiva o una tensión indebida. Los esguinces son lesiones comunes y generalmente ocurren en las articulaciones, como los tobillos, las rodillas, las muñecas y los dedos.

 

Los esguinces se clasifican en tres grados según su gravedad:

  1. Esguince de Grado I: En este grado, los ligamentos se estiran, pero no se desgarran. Puede causar dolor, hinchazón leve y molestias al mover la articulación.

  2. Esguince de Grado II: En este grado, los ligamentos se desgarran parcialmente. Esto puede causar dolor moderado a intenso, hinchazón, moretones y dificultad para mover la articulación.

  3. Esguince de Grado III: En este grado, los ligamentos se desgarran completamente. Esto suele ser una lesión grave que provoca dolor intenso, hinchazón significativa, moretones, inestabilidad en la articulación y pérdida de función.

El tratamiento de los esguinces suele implicar medidas de cuidado propio, como descanso, aplicación de hielo, compresión y elevación (método conocido como RICE) para reducir la hinchazón y el dolor. Además, es importante inmovilizar la articulación afectada mediante el uso de una férula o un vendaje para permitir la curación. La fisioterapia desempeña un papel importante en la rehabilitación de los esguinces, ayudando a restaurar la fuerza, la movilidad y la estabilidad de la articulación.

 

En casos graves, como los esguinces de grado III, puede ser necesario el tratamiento quirúrgico para reparar los ligamentos dañados. La duración de la recuperación depende de la gravedad del esguince, pero generalmente se espera que los esguinces de grado I se recuperen más rápido que los de grado II o III. Es fundamental seguir el plan de tratamiento recomendado por un profesional de la salud para evitar complicaciones y prevenir futuras lesiones.

Artrosis: La artrosis, también conocida como osteoartritis, es una afección degenerativa de las articulaciones que afecta principalmente a las articulaciones que soportan peso y se mueven con frecuencia, como las rodillas, las caderas, las manos y la columna vertebral. Es una de las formas más comunes de artritis y suele afectar a personas de edad avanzada, aunque también puede afectar a personas más jóvenes debido a lesiones previas o factores genéticos.

 

La artrosis se caracteriza por el desgaste gradual del cartílago articular, que es el tejido liso y elástico que recubre los extremos de los huesos en una articulación. A medida que el cartílago se desgasta, los huesos pueden rozar entre sí, lo que provoca dolor, inflamación, rigidez y pérdida de la función articular.

 

Los factores de riesgo para la artrosis incluyen el envejecimiento, la predisposición genética, lesiones articulares previas, la obesidad, la actividad física excesiva o inadecuada, y ciertas condiciones médicas como la gota.

 

El tratamiento de la artrosis se centra en aliviar el dolor, mejorar la función articular y ralentizar la progresión de la enfermedad. Esto puede incluir cambios en el estilo de vida, como la pérdida de peso, el ejercicio regular y la terapia física. Los medicamentos, como analgésicos y antiinflamatorios, pueden ayudar a controlar el dolor y la inflamación. En casos más graves, se pueden considerar inyecciones de corticosteroides o ácido hialurónico para aliviar los síntomas.

 

La artrosis es una afección crónica, y la gestión a largo plazo es importante. En algunos casos, cuando la articulación está gravemente dañada y el tratamiento conservador no es efectivo, puede ser necesario considerar la cirugía, como la artroplastia (reemplazo de articulaciones) para restaurar la función. El tratamiento específico depende de la gravedad de la artrosis y las necesidades individuales del paciente.

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